Druida Humano
Recuerdo
que estaba recolectando en un bosque, buscando insectos y plantas que me
llamaban la atención. Me había escapado de mi pueblo, mi padre seguro me estaba
buscando. Empecé a asustarme cuando oí los ladridos de los perros del pueblo
que me buscaban, yo no iba a volver. Corrí hasta más no poder, Pasadas ya unas
2 horas mis piernas no tenían más resistencia, me dolía la cabeza y estaba híper
ventilado. La noche ya había caído y me encontraba totalmente perdido y
asustado ya que sabía de caminantes atacados por lobos y osos en el lugar. Pero
también sabía algo más: Dentro del bosque se encontraba una base druídica, algo
así como un templo, según me habían contado.
Con
los pocos conocimientos sobre supervivencia que poseía logre armar una fogata,
pero poco tiempo pasó para que volviera a asustarme: Un lobo gris se me
presentó delante de mí. Sus pelos en el lomo se encontraban erizados, sus
fauces chorreaban saliva y espuma y sus ojos amarillos me observaban fijamente.
No llegué a encontrar mi daga para el momento en que el lobo cargo hacia mí. De
repente se escuchó un rugido. El lobo se detuvo y miro a un costado. Un oso
pardo cargo contra el desprevenido lobo, tirándolo contra el piso e
inmovilizándolo. El oso, que se encontraba sobre el lobo, comenzó a hablarle en
un extraño lenguaje. El lobo le contesto algo y ambos se levantaron. En mi mente
circulaba la idea de los druidas que me habían contado. Se me acercaron ambos
animales. De su piel empezó a desprenderse un brillo y sus formas corporales
pasaron a ser la de un elfo en el caso del oso y la de un humano, en el caso
del lobo. Yo asombrado los mire y les dije:
-¿Porqué me iban a matar?-
-Mi compañero creyó que eras
un cazador, pero yo detecté en ti una conexión con la naturaleza muy grande.
Tienes futuro como druida, pero eso es decisión tuya. ¿Quieres venir a nuestro
templo y aprender el antiguo lenguaje y cultura druídica?- Dijo el elfo.
-Sería un honor- Respondí.
Se marcharon y los seguí
hasta un pequeño campamento. Había cuatro carpas hechas con piel, una lapida
con una inscripción y un cráneo de un jabalí sobre ella y una capilla que se
componía de una base de piedra con 4 velas en las esquinas y un plato de madera
en el medio en el que se veían frutos como ofrendas.
Sentado
en un tronco había un mediano con el pelo rubio rizado y ojos verdes. Fumaba su
pipa mientras acariciaba a un gato blanco. Se lo veía realmente preocupado. Iba
a presentarme con él cuando de una carpa salio una mujer hermosa, algo baja, de
cabello castaño oscuro, ojos celestes y un cuerpo perfecto. Me miro y se sentó
al lado del mediano.
Sin
más preámbulos me presenté y el elfo comenzó a explicarme todo.
Esta pequeña base druídica
no solía ser tan pequeña. Para empezar, el templo esta constituido por 5
maestros: Mysblak, el elfo-oso, Deengar, el hombre-lobo, Darius, el
mediano-águila, Mistacia, la mujer-tigre y Alastor, el semielfo-jabalí. Además
de los 5 maestros, hay 10 alumnos y 4 guardianes conocidos como guardianes del
bosque. Pero eso fue hace ya varios años…
La
lapida que se encuentra al lado del campamento es en memoria a Alastor y el
cráneo que esta sobre la lapida pertenece a su compañero, que al igual que el
era un jabalí. Todos los alumnos, sus compañeros animales y los guardias fueron
asesinados. Fue un ataque sorpresa, aparecieron cientos de hombres encapuchados
y los druidas no pudieron defenderse. Después de horas de batalla solo quedaban
vivos los cuatros maestros que hoy en día siguen estándolo con sus respectivos
familiares. Los encapuchados, al ver que su número de hombres se había reducido
considerablemente y que no iban a ganar optaron por retirarse. Todos los
cuerpos fueron consumidos por la naturaleza.
Mysblak
me contó su historia: El junto a Alastor fundaron el templo druídico. Fue hace
500 años. Resulta que Mysblak vivía en un templo como monje. En una misión a
una cripta hallo un antiguo libro druídico. En el se explicaba el lenguaje y
los principios. Tanto le fascino la idea a Mysblak que decidió abandonar el
templo. Pero eso precisamente era lo que mas iba a extrañar, por eso llamó a su
mejor amigo Alastor, un especialista en construcción, para que se uniera con el
en el camino a ser un druida y en algún futuro construir un templo y lograr
hacer una sociedad druídica. Los años fueron pasando. Los primeros maestros
fueron apareciendo, luego los alumnos, de los cuales 4 ascendieron a guardias.
Jamás se pudo construir el templo que tanto se deseaba. Siempre se olvidaban, o
dejaban la construcción por la mitad. Lo único que lograron hacer fue una débil
empalizada con leños que poco duro. Pero ellos no se preocupaban. No creían que
serían atacados y ya se habían acostumbrado a la vida que llevaban. Pero se
equivocaron. Ahora Alastor esta muerto y la construcción de un templo parece
algo imposible. Pero todavía hay esperanza.
Mysblak,
con un ritual hizo que yo absorbiera la esencia druídica de Alastor. Mi nombre
se me fue cambiado de Pred Tarok a Alastor (que en druídico significa Fuerza,
Velocidad). Me entreno durante 10 años, enseñándome el lenguaje, las costumbres
y los principios. Me fue concedido un perro de monta, al que llamé Angus, como
compañero animal. Cuando mi entrenamiento finalizo yo tenia 20 años (me
encontraron a los 10). Llegamos a un acuerdo de que la construcción de un
templo de piedra seria algo necesario para protegernos a nosotros y a los
futuros alumnos de algún nuevo ataque de los encapuchados. Además, sabía que
había algo más que Mysblak protegía mucho, pero no podía decirme que era aún.
Mi misión sería conseguir dinero a lo que de lugar para poder construir este
templo y cumplir el sueño de todos los maestros, incluyéndome, de lograr formar
una sociedad druídica. Deengar, Mistacia y Darius también fueron en busca de
riquezas para la construcción. Mysblak salió en busca de conocimiento.
En
general, esa fue mi vida antes de haber partido en mi aventura. Pero hay
ciertas cosas que omití, pues mi infancia no fue de lo más agradable. Mi madre
era una fanática de la naturaleza y mi padre un desquiciado del ejercito. Amé a
mi madre como a nadie en el mundo. Me enseñaba a recolectar frutos, plantar
árboles y a interactuar con los animales. Además teníamos una colección de
colmillos, rocas, insectos muertos y cosas que nos llamaban la atención. Era un
gran pasatiempo nuestro que mi padre no conocía. El trataba mal a mi madre, le
pegaba y a veces la lastimaba seriamente. Pero ella no podía hacer nada.
Siempre tuvo esperanzas de hacer reflexionar a su esposo sobre lo que hacia,
pero no se puede moldear un cerebro que ya fue moldeado por las fuerzas
militares. Un día, con mi madre nos decidimos a escapar. Guardamos en un
pequeño carro nuestra colección y elementos básicos para la supervivencia
dentro del bosque. Sabíamos de un pequeño grupo de druidas que habitaban en el
bosque y encontrarlos seria nuestra misión. Pero mi padre nos vio.
Jamás había sentido tanto odio en mi vida. Fue
la más grande frustración, lo más espantoso, lo más doloroso. Mi padre tomo una
antorcha y quemo nuestro carro, con la colección que había llevado años crear.
Me pego y lanzo la antorcha a mi madre, que ardió en llamas hasta la muerte. Me
agarro del cuello con una mirada de odio y en un intento desesperado para
escaparme, logre agarrar una daga que había caído del equipo de supervivencia
que llevábamos en el carro. Rápido intente cortarlo en la cara, pero mi golpe
corto su oreja. La agarre, clave la daga en su hombro y me fui corriendo al
bosque. Me trate de esconder y, con mucho frío y miedo, tuve una visión. Vi a
mi madre diciéndome que debía ser un gran druida, debía proteger a los animales
de bestias como mi padre. También me dijo que debía crear una nueva colección,
en la que debía incluir las orejas de seres que me causen problemas, así como
ya ahora poseía la de mi padre. La visión desapareció y ahí fue cuando vi dos
ojos acercándose hacia mí, junto con un rugido. El resto, ya lo saben…
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