Bárbaro Semiorco
Solía vivir en una
tribu junto a muchos otros bárbaros, pero una noche los hombres atacaron.
Llevaban armaduras brillantes, al igual que sus armas. Nosotros estábamos en paz, solo adorábamos a Kord…
Mi madre se llamaba Lauden, ella era humana y solía ser
guardia. Un día, la tribu de mi padre la secuestro. Ahí fue cuando se
conocieron. Ella humana y el un orco puro. Pero era el orco más carismático que
podías conocer. Era bastante menudo para ser un orco, muchas veces lo
confundían con un semiorco. Hablaba perfecto la lengua de los humanos y allí,
en una prisión de la tribu, hablando con mi madre se dieron cuenta que eran el
uno para el otro. Mi padre, Kyart, pidió su libertad y poco tiempo pasó para
que yo naciera. Yo, un semiorco producto de una guardia y un carismático orco.
Mi educación fue
bastante intensa a diferencia de otros orcos y semiorcos. Siempre quise
aprender a leer y a escribir, pero solo lo logré a medias. Todos los días
rendía culto a Kord y ayudaba a mi padre en lo que necesitase. También mi tío y
mis primos me enseñaron mucho sobre el combate.
Pero hubo un día en que
el sol jamás salió. Ese día fue el peor día para nuestra tribu. Comenzó con
unos ruidos, luego el sonido se intensificó. Y aparecieron. Cientos de hombres
con grandes espadas, hachas, lanzas, armaduras y escudos. Nuestras primitivas
armas eran inútiles contra sus armaduras y al impactar hasta se rompían. Yo
estaba escondido en mi carpa. Tenía tan solo 9 años y vi a mis padres, mis tíos
y mis primos morir frente a mí. Finalmente me encontraron. Me encerraron en una
jaula y me llevaron en un carruaje. Yo suplicaba que me dejasen ir a lo que los
guardias me reprimían con un “Calla Orco”. Finalmente llegue al destino. Ahí,
yo junto a otros orcos fuimos subastados como esclavos. Nos separaron y me
llevaron junto a otro orco en una carreta hacia nuestro destino. En el viaje
comencé a hablarle. Descubrí todo, ya que el era un poderoso hechicero,
perteneciente a otra tribu orca, y con un hechizo logro oír la conversación del
esclavista con nuestro comprador. Estábamos siendo trasladados a una mina.
Cuando llegamos
comenzamos a trabajar. Este orco, llamado Caralean, se convirtió en buen amigo
mío con el tiempo. La mina se encontraba bajo una montaña y 150 pies arriba se
encontraba la mansión de nuestro “dueño”. Sabíamos que jamás lograríamos salir
aunque tuviésemos el mejor de los comportamientos, así que ideamos un plan.
Primero, con algunos restos de picos rotos logramos hacer dos puñales pequeños.
Luego, ya armados, cuando el guardia dormía lo apuñalamos y le quitamos la
armadura, las llaves y las armas. Liberamos a todos los orcos esclavos, que se
fueron rápido para el bosque. Pero Caralean y yo decidimos que después de los
que habíamos vivido teníamos que vengarnos. Fueron 3 largos años de trabajo en
la mina, eso no se olvida. Me puse la armadura del guardia que habíamos
asesinado, tomé su espadón y subí a la mansión. Apenas subí vi a un elfo con
una túnica fumando pipa. Me acerque a el y antes de que se diera cuenta tenía
su cabeza en mis manos. Subí al cuarto de arriba. Ahí se encontraba la esposa
del elfo recientemente asesinado. Le tire la cabeza de su difunto esposo, mi
compañero la paralizo y la violé luego la asesiné. Robé algunas joyas que
tenía, tome su cabeza y la guardé en una bolsa junto a la de su esposo. Me
encontré con el hijo de los 2 elfos. Un bebé, recién nacido. Saque las cabezas
del bolso que llevaba. Les corte las orejas a los elfos, guarde sus orejas en
mi bolsillo. Tire las cabezas y puse al bebe en el saco. Nos fuimos corriendo.
En el bosque perdí a
mi compañero, pero hallé a un caminante que viajaba hacia una ciudad. Le di al
bebe y salí corriendo, sin decir una palabra. Finalmente, luego de mucho correr
llegué a una ciudad. Ahí me encontré con Caralean en una taberna. Charlamos
mucho rato, nos emborrachamos y nos hicimos grandes amigos, mas de los que
éramos antes. En la ciudad vendí las joyas, compre equipo y me hice un hermoso
collar con orejas de elfo. Me refugié en la casa de Caralean.
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