Uter Pedicabo
Bardo-Pícaro Gnomo
Bueno, les
voy a contar mi historia. Mi nombre es Uter, soy un gnomo y mi pasión es la
música, pero a lo largo de mi vida hubo ciertos inconvenientes que hicieron que
me gane el odio de mucha gente. Comencé con mi carrera musical a corta edad,
tocando el laúd en tabernas para ganar monedas y poder ayudar a mi familia que se
encontraba en situación de calle. Al principio era bastante malo, pero con el
tiempo mejore mucho tanto tocando como cantando. Las baladas que componía se
hacían cada vez mas conocidas y la gente comenzaba a buscarme para que les
cante. Un día, el consejero del gobernador me pidió si podía ser el bardo del
palacio, a lo que yo, sin dudarlo, acepte. Si bien las cosas iban tranquilas,
un día ocurrió un hecho que hizo que mi vida pegase un giro que jamás hubiera
imaginado. Era el cumpleaños del gobernador, yo ya había dado una presentación
y me encontraba bajo unas cuantas copa del buen vino de la casa, cuando un
largo* que ya se encontraba totalmente ebrio, tratando de pedirme que toque mi
mas famosa balada “Cuando la Vida
es Muerte” me insulto, llamándome por algo que no me habían dicho desde hacia
ya mucho tiempo: “Tócate la de la
Muerte , petizo maricón”. Yo, bajo los efectos del alcohol,
reaccione de una manera violenta contra el largo, golpeándolo en la
entrepierna, lo que produjo que caiga arrodillado, quedando su cabeza justo a
la altura de la mía. Le dije “A quien llamas petizo, largo” y le escupí en la
cara. Al instante, dos guardias me tomaron de los hombros y me esposaron. Todos
se quedaron mirando y susurrándose los unos a los otros: “Ataco al príncipe, es
un mal nacido”, “Denle horca al petizo”, “Servirá mas como carroña que como
bardo”, “Quémenlo en la hoguera”, entre otras cosas espantosas, pues el largo
que había atacado era ni mas ni menos que el hijo del rey.
Fui llevado a la prisión, donde me
tiraron a una oscura celda llena de paja, moho, hongos, ratas y cucarachas. Yo
aún no entendía nada, pues seguía bajo efectos del alcohol. Me desmaye sobre la
paja que poblaba la celda y recién cuando desperté comencé a entender todo y a
recordar los hechos que habían ocurrido.
A medida que los meses iban pasando,
una ira hacia la familia real me iba consumiendo. Planeaba mi escape, ya que
según había escuchado, me quedaban pocos meses de vida. Mi plan consistía en
crear una distracción que hiciera que los guardias abandonaran sus puestos.
Ahí, un amigo con el que me comunicaba a través de un pequeño hueco en la pared
me pasaría una ganzúa, con la cual iba a abrir el cerrojo de una pequeña
escotilla de ventilación que daba a las cañerías de la ciudad. De ahí debía
caminar hasta llegar a la salida de la ciudad, donde mi amigo con un caballo me
esperaría para escapar.
Eran las dos de la tarde, hora en que
casi todos los guardias se encuentran mirando mi celda. Mi amigo, que poseía
conocimientos de magia arcana, lanzo un hechizo para generar la voz de uno de
los prisioneros más peligrosos gritando fuera de la prisión: “Soy libre,
muéranse guardias”, a lo que toda la guardia creyendo que este se había
escapado fueron corriendo afuera. Yo aproveche el momento y con la ganzúa logre
abrir la pequeña reja. Pase y fui corriendo a través de una oscura y maloliente
cañería hasta llegar a las afueras de la ciudad, donde mi amigo estaba esperándome,
junto a un caballo y un pony. Pero aún mi misión no había acabado. Quería
causar el mal en quien me lo había causado, motivo por el cual, junto a mi
amigo hicimos un plan para robar la casa del príncipe: El príncipe todas las
noches de los sábados salía a comer con su amada. Ese era el momento en el que debíamos
entrar. Pero, ¿Qué robarle? Había que darle donde mas le duela…
Ya eran pasadas las nueve de la noche
cuando vimos al príncipe salir de su mansión. Sabíamos que habría guardias
dentro, por eso, cuando ya el príncipe se encontraba suficientemente lejos, mi
amigo lanzo una bola de fuego sobre uno de sus mas preciados árboles de su
magnifico y verde jardín. El árbol comenzó a arder, llamando la atención de
toda la guardia que patrullaba la casa que, inmediatamente, fue a apagar el
fuego antes de que este se extienda a la casa. Aprovechamos para entrar. Mi
compañero lanzo un sortilegio que cerro las cerraduras de las puertas de
entrada y ventanas de la casa. Ya dentro y a salvo, fuimos a la habitación del príncipe.
Ahí hallamos gran variedad de objetos, para empezar, muchas joyas en las que se
incluían rubíes, zafiros, esmeraldas, topacios y diamantes de una calidad que
indicaba un valor tan alto que ni lo podía imaginar. También hallamos dentro de
una vitrina una hermosa daga de un color dorado, adornada con joyas de todos
colores. Pero lo más importante que encontramos fue un collar de perlas
encantado, que se encontraba en una especie de vitrina, con una ficha que decía:
Collar de la primera reina, llenara de valor a quien lo use. Tomamos el collar,
la daga y las gemas. Mi compañero lanzo un conjuro de invisibilidad y nos
escabullimos por una pequeña ventana, escapando de los patrullas que trataban
de entrar a la casa y no entendían porque las puertas se habían bloqueado.
Luego de una larga caminata, nos encontrábamos
en el bosque. Yo, un fugitivo y el, mi cómplice. Decidimos que no podríamos
volver a aquella ciudad jamás, ni siquiera podríamos volver a pisar cualquier
ciudad de aquel imperio, así que decidimos irnos a vivir a una ciudad
perteneciente a la fuerza rebelde. La ciudad se llamaba Rebentus y era la
capital. Ahí, una vez que llegamos, nos repartimos las gemas. Yo me quede con
la daga y el con el collar de la reina. Nos separamos y cada uno de nosotros se
compro una casa y un local para poder tener un trabajo estable. Yo abrí una
taberna, mientras que mi compañero, creo que había abierto una tienda de
objetos arcanos y componentes de conjuros. El motivo por el que no digo como se
llama mi buen amigo, es porque su nombre esta escrito en lengua dracónica, y
hasta el día de hoy no lo se pronunciar bien ni escribir.
*Largo: Adjetivo calificativo que
usa Uter para hablar de seres que son altos, como los humanos, aunque lo suele
usar solo cuando trata de agredir al “Largo”.
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