jueves, 5 de septiembre de 2013

Uter Pedicabo - Autor: Ivoo

Uter Pedicabo

 Bardo-Pícaro Gnomo

Bueno, les voy a contar mi historia. Mi nombre es Uter, soy un gnomo y mi pasión es la música, pero a lo largo de mi vida hubo ciertos inconvenientes que hicieron que me gane el odio de mucha gente. Comencé con mi carrera musical a corta edad, tocando el laúd en tabernas para ganar monedas y poder ayudar a mi familia que se encontraba en situación de calle. Al principio era bastante malo, pero con el tiempo mejore mucho tanto tocando como cantando. Las baladas que componía se hacían cada vez mas conocidas y la gente comenzaba a buscarme para que les cante. Un día, el consejero del gobernador me pidió si podía ser el bardo del palacio, a lo que yo, sin dudarlo, acepte. Si bien las cosas iban tranquilas, un día ocurrió un hecho que hizo que mi vida pegase un giro que jamás hubiera imaginado. Era el cumpleaños del gobernador, yo ya había dado una presentación y me encontraba bajo unas cuantas copa del buen vino de la casa, cuando un largo* que ya se encontraba totalmente ebrio, tratando de pedirme que toque mi mas famosa balada “Cuando la Vida es Muerte” me insulto, llamándome por algo que no me habían dicho desde hacia ya mucho tiempo: “Tócate la de la Muerte, petizo maricón”. Yo, bajo los efectos del alcohol, reaccione de una manera violenta contra el largo, golpeándolo en la entrepierna, lo que produjo que caiga arrodillado, quedando su cabeza justo a la altura de la mía. Le dije “A quien llamas petizo, largo” y le escupí en la cara. Al instante, dos guardias me tomaron de los hombros y me esposaron. Todos se quedaron mirando y susurrándose los unos a los otros: “Ataco al príncipe, es un mal nacido”, “Denle horca al petizo”, “Servirá mas como carroña que como bardo”, “Quémenlo en la hoguera”, entre otras cosas espantosas, pues el largo que había atacado era ni mas ni menos que el hijo del rey.
         Fui llevado a la prisión, donde me tiraron a una oscura celda llena de paja, moho, hongos, ratas y cucarachas. Yo aún no entendía nada, pues seguía bajo efectos del alcohol. Me desmaye sobre la paja que poblaba la celda y recién cuando desperté comencé a entender todo y a recordar los hechos que habían ocurrido.
         A medida que los meses iban pasando, una ira hacia la familia real me iba consumiendo. Planeaba mi escape, ya que según había escuchado, me quedaban pocos meses de vida. Mi plan consistía en crear una distracción que hiciera que los guardias abandonaran sus puestos. Ahí, un amigo con el que me comunicaba a través de un pequeño hueco en la pared me pasaría una ganzúa, con la cual iba a abrir el cerrojo de una pequeña escotilla de ventilación que daba a las cañerías de la ciudad. De ahí debía caminar hasta llegar a la salida de la ciudad, donde mi amigo con un caballo me esperaría para escapar.
         Eran las dos de la tarde, hora en que casi todos los guardias se encuentran mirando mi celda. Mi amigo, que poseía conocimientos de magia arcana, lanzo un hechizo para generar la voz de uno de los prisioneros más peligrosos gritando fuera de la prisión: “Soy libre, muéranse guardias”, a lo que toda la guardia creyendo que este se había escapado fueron corriendo afuera. Yo aproveche el momento y con la ganzúa logre abrir la pequeña reja. Pase y fui corriendo a través de una oscura y maloliente cañería hasta llegar a las afueras de la ciudad, donde mi amigo estaba esperándome, junto a un caballo y un pony. Pero aún mi misión no había acabado. Quería causar el mal en quien me lo había causado, motivo por el cual, junto a mi amigo hicimos un plan para robar la casa del príncipe: El príncipe todas las noches de los sábados salía a comer con su amada. Ese era el momento en el que debíamos entrar. Pero, ¿Qué robarle? Había que darle donde mas le duela…
         Ya eran pasadas las nueve de la noche cuando vimos al príncipe salir de su mansión. Sabíamos que habría guardias dentro, por eso, cuando ya el príncipe se encontraba suficientemente lejos, mi amigo lanzo una bola de fuego sobre uno de sus mas preciados árboles de su magnifico y verde jardín. El árbol comenzó a arder, llamando la atención de toda la guardia que patrullaba la casa que, inmediatamente, fue a apagar el fuego antes de que este se extienda a la casa. Aprovechamos para entrar. Mi compañero lanzo un sortilegio que cerro las cerraduras de las puertas de entrada y ventanas de la casa. Ya dentro y a salvo, fuimos a la habitación del príncipe. Ahí hallamos gran variedad de objetos, para empezar, muchas joyas en las que se incluían rubíes, zafiros, esmeraldas, topacios y diamantes de una calidad que indicaba un valor tan alto que ni lo podía imaginar. También hallamos dentro de una vitrina una hermosa daga de un color dorado, adornada con joyas de todos colores. Pero lo más importante que encontramos fue un collar de perlas encantado, que se encontraba en una especie de vitrina, con una ficha que decía: Collar de la primera reina, llenara de valor a quien lo use. Tomamos el collar, la daga y las gemas. Mi compañero lanzo un conjuro de invisibilidad y nos escabullimos por una pequeña ventana, escapando de los patrullas que trataban de entrar a la casa y no entendían porque las puertas se habían bloqueado.
         Luego de una larga caminata, nos encontrábamos en el bosque. Yo, un fugitivo y el, mi cómplice. Decidimos que no podríamos volver a aquella ciudad jamás, ni siquiera podríamos volver a pisar cualquier ciudad de aquel imperio, así que decidimos irnos a vivir a una ciudad perteneciente a la fuerza rebelde. La ciudad se llamaba Rebentus y era la capital. Ahí, una vez que llegamos, nos repartimos las gemas. Yo me quede con la daga y el con el collar de la reina. Nos separamos y cada uno de nosotros se compro una casa y un local para poder tener un trabajo estable. Yo abrí una taberna, mientras que mi compañero, creo que había abierto una tienda de objetos arcanos y componentes de conjuros. El motivo por el que no digo como se llama mi buen amigo, es porque su nombre esta escrito en lengua dracónica, y hasta el día de hoy no lo se pronunciar bien ni escribir.



*Largo: Adjetivo calificativo que usa Uter para hablar de seres que son altos, como los humanos, aunque lo suele usar solo cuando trata de agredir al “Largo”.                      

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